CAPITULO 18: EN EL CEMENTERIO.
Estaba de pie, en silencio, contemplando
la tumba de mármol que tenía delante. Releía una y otra vez la inscripción que
rezaba encima de ella. A su memoria venían tantos y tantos buenos momentos
junto a su padre.
Las lágrimas comenzaron a brotar de
los ojos de Faty sin que ella las enjugara. Posó las flores que aún conservaba
en sus manos encima de la tumba.
Harry la observaba. No le gustaba
verla así. Él prácticamente no la conocía de nada pero odiaba ver a las chicas
llorar. Ella se giró para mirarle.
-No llores preciosa –Harry la
estrechó contra él.
Faty soltó un suspiro y le abrazó
fuertemente. En ese momento se alegraba de tenerle a su lado. Era extraño
porque él no la conocía de nada y en cambio ella, sentía que le conocía de toda
la vida. Conocía prácticamente todo sobre él, sus gustos, sus anécdotas. Se
había aprendido toda su biografía de memoria. Y en cambio Harry no sabía nada
de ella pero estaba allí, abrazándola.
En persona era tal y como Faty le
imaginaba y probablemente en otras circunstancias se hubiera puesto a gritar y
a llorar como una loca por el mero hecho de tenerle delante. En cambio, no lo
hizo. Con su estado de ánimo prácticamente le daba totalmente igual si él era
Harry Styles o cualquier otra persona con tal de tener a alguien a quién
abrazarse.
Se separó de él lentamente y se
volvió a dar la vuelta hacia la tumba. Pasó la mano por la placa que tenía el
nombre de su padre quitando el polvo.
-Vámonos –dijo secándose las lágrimas
y girándose de nuevo hacia el castaño.
Harry asintió con la cabeza y
caminando en silencio salieron del cementerio.
-¿Quieres que vayamos a tomar algo?
–propuso Harry ya fuera.
Faty se lo pensó un segundo antes de
asentir. La verdad, ahora necesitaba olvidarse un rato de todo.
-Vale, ¿a dónde quieres que vayamos?
-¿Te apetece ir a Starbucks?
La chica asintió con la cabeza
dedicándole una sonrisa. Esa era su cafetería favorita.
Fueron caminando tranquilamente por
las calles de Londres. Harry llevaba puesto un gorro de lana y gafas, a pesar
de que no hacía sol. No le apetecía mucho que la prensa le reconociera y
empezara con las tonterías de siempre sobre si tenía novia.
No tardaron mucho en llegar a
Starbucks. Entraron dentro.
-¿Tú que quieres tomar? –preguntó
Harry.
-Un Frapuccino de café con
caramelo–contestó la chica sin pensárselo. Siempre pedía eso.
-Yo pediré lo mismo.
Harry pagó, cogieron los cafés y se
fueron a sentar a una de las mesas libres, una que estaba al lado de la
ventana.
Ninguno de los dos decía nada. Faty dio un sorbo a su café.
El silencio era incómodo. Harry también bebió. Por un momento se fijó en la mano de Faty. Sus pulseras. En ellas ponía su nombre y el de todos sus
compañeros de banda.
-Quién lo diría -dijo alzando las cejas.
-¿Quién diría el qué?
-Tus pulseras -las señalo.
Faty miró sus muñecas. -Ah, ¿esto? -se sonrojo. -Así que eres directioner, ¿no? -Si -la castaña puso una tímida sonrisa. -Y no me has pedido una foto o un autógrafo. Ni siquiera has gritado. -Te aseguro que esa no era yo -Faty rio -soy la gritona número uno en todos tus conciertos. Harry puso una sonrisa. -Me alegro de que rías, no me gusta ver a mis directioners llorar. La chica se ruborizó un poco. ¿Cómo hacía para ser tan perfecto?
Siguieron con sus cafés en silencio hasta terminarlos.
-Me encanta este café -comentó Faty.
-Si es... delicioso.
Faty miró su reloj. Debía volver a casa.
-Gracias por todo Harry pero ahora tengo que irme -dijo cogiendo su mochila y levantándose.
-¿Ya te vas?
Ella asintió con la cabeza.
Harry se levantó también y ambos salieron afuera.
-Me ha encantado conocerte Faty -dijo el chico sonriente.
-A mi también.
Se despidieron y Faty se fué. Harry se quedó ahí contemplando la calle, con una sonrisa en la boca. Había sido un rato realmente agradable.
-¡Aaaaah! ¡Es Harry Styles!
-Quién lo diría -dijo alzando las cejas.
-¿Quién diría el qué?
-Tus pulseras -las señalo.
Faty miró sus muñecas. -Ah, ¿esto? -se sonrojo. -Así que eres directioner, ¿no? -Si -la castaña puso una tímida sonrisa. -Y no me has pedido una foto o un autógrafo. Ni siquiera has gritado. -Te aseguro que esa no era yo -Faty rio -soy la gritona número uno en todos tus conciertos. Harry puso una sonrisa. -Me alegro de que rías, no me gusta ver a mis directioners llorar. La chica se ruborizó un poco. ¿Cómo hacía para ser tan perfecto?
Siguieron con sus cafés en silencio hasta terminarlos.
-Me encanta este café -comentó Faty.
-Si es... delicioso.
Faty miró su reloj. Debía volver a casa.
-Gracias por todo Harry pero ahora tengo que irme -dijo cogiendo su mochila y levantándose.
-¿Ya te vas?
Ella asintió con la cabeza.
Harry se levantó también y ambos salieron afuera.
-Me ha encantado conocerte Faty -dijo el chico sonriente.
-A mi también.
Se despidieron y Faty se fué. Harry se quedó ahí contemplando la calle, con una sonrisa en la boca. Había sido un rato realmente agradable.
-¡Aaaaah! ¡Es Harry Styles!
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